Crónicas inevitables

Thursday, June 22, 2006

Evocaciones en salsa de aguacate


Ante generosos platillos, el recuerdo de una vida: la del deporte mexicano en la última centuria


Pedro Díaz G.


Uno es el alarido: unánime, casi lapidario: ¡buuuu!, gritan desde un sector del salón y el buuuu pronto se generaliza: buuuuuuu. Jorge Camacho, maestro de ceremonias, da a conocer a los mejores deportistas del siglo. Atiende la mesa de honor, lo hacen comunicadores. "Y en la rama del atletismo, la designación cae en Raúl González". Buuuuu.

--Yo voté por Daniel Bautista --dirá uno de los reporteros-- y por ello el abucheo.

--...Recordemos que estos son resultados que han enviado medios de comunicación de todo el país; fueron votos libres --responde el hombre del micrófono a manera de aclaración.

Y entonces, regresa el orden porque no existirán más recriminaciones. Ni una sola. 33 deportistas han sido seleccionados como los mejores del siglo, uno por disciplina, y las palabras entonces se convierten en imágenes evocadoras. Al saludo de las finas rebanadas de melón con jamón serrano se tiene una certeza: evitar que por el avance de la humanidad muchos más ídolos caigan de su pedestal y sus fragmentos queden amontonados en las veredas de los siglos.

--Una copa de vino, por favor.

--...Un momentito --responde solícito el mesero.

En atletismo... Raúl González.

De pronto, y como si fuera efecto de un conjuro, la algarabía se convierte en rechazo generalizado, al recordar a quien atleta fue y en dirigente (?) convirtióse. Nadie reclama, sin embargo, cuando en Pentatlón moderno el elegido es Ivar Sisniega. Conade: ¿juez y parte?

...En tenis Raúl Ramírez (fue en febrero de 1975: la serie toda, ante Estados Unidos, fue para él; victorias sobre Stan Smith, Roscoe Tanner, y, con Vicente Zarazúa: triunfo ante Bob Lutz y Dick Stockton. Y ya sigue Sudáfrica. Y ya México pierde por default, cosas de la política...); Felipe Muñoz, en natación: (paroxismo en la alberca Francisco Márquez: en los últimos 25 metros de la prueba 200 de pecho, el Tibio intensifica brutalmente su braceo, y del quinto sitio trepa al segundo. Y en los milímetros finales da alcance al soviético Kosinsky. Se produce un doble toque de placa casi simultáneo: el tablero es sinónimo de fiesta: oro para México, en sus propios Juegos Olímpicos); por el futbol americano, Manuel Vallarí (1947: diciembre 20. A pesar de cuatro jugadores all american, la selección mexicana vence a los de Randolph Field en el Tazón Azteca. Ante el quarterback Arnold Tucker, el centro Jim Enos, el fullback Félix Doc Blanchard y el headcoach, que termina jugando, John E. Merrith. Con Vallarí, halfback del IPN, juegan Alberto Chivo Córdova, Víctor Ramírez, Salvador Tarzán Saldaña...)

Es brócoli la guarnición. Tras el nombre y apellido, la remembranza obligada, al sabor del plato fuerte: pechuga rellena de flor de calabaza, bañada en salsa de aguacate.

--¿Le recuerdo mi copa de vino?

--No tenga cuidado, en un momento...

El mejor del siglo, en beisbol: Fernando Valenzuela (el 6 de junio de 1979 termina la larga cacería: Mike Brito ha empleado año y medio buscando talentos para los Dodgers y ha encontrado a un juvenil de 19 años, pítcher zurdo, sonorense. Juega para los Leones de Yucatán pero es cedido como préstamo a los Pericos del Puebla. Ahora lo firman por 120 mil dólares; partirá a las ligas menores. Y... 1981: mientras la Anabe lucha por la dignidad del pelotero nacional, nace la fernandomanía al otro lado de la barda: el Toro polariza la atención de los estadounidenses: novato del año, trofeo Cy Young --primer novato en recibir esa distinción--, Bat de Plata --como mejor pítcher bateador-, trofeo Roberto Clemente --mejor pelotero latinoamericano--, y, además, es parte del equipo ideal esa temporada, en Grandes Ligas. Ganan los Dodgers el gallardete de la Nacional ante los Yanquis); en automovilismo, Pedro Rodríguez (1967: abre apenas el año y México ya tiene un piloto que sabe ganar en la Fórmula Uno. Es Pedro. Lo merece por su perseverancia y su calidad. Ahora primer piloto de la escudería Cooper Maserati, gana el Gran Premio de Sudáfrica, en el circuito de Kyalami: 80 vueltas a una pista de 4 mil 904 metros, hasta totalizar 327.520 kilómetros corridos bajo un sol abrasador. Cronometra 2.4.30 horas para un promedio de velocidad de 156.258 kilómetros por hora. Es el primer líder de la temporada).

Vendrá el mousse de chocolate. Y más nombres.

Los mejores del siglo. Uno por disciplina. Celebración previa a la real, a aquella en donde los homenajeados sí asistirán, en "fecha próxima", cuando les convoque el presidente Ernesto Zedillo.

La comida-conferencia será, en esta ocasión, en uno de los salones del Colegio de Ingenieros, a unos pasos de la Conade.

Joaquín Capilla, clavados; Pilar Roldán, esgrima; Edda Piccini, boliche... Recuerdos. Imágenes. Triunfos.

--¿Y mi vino?

--Mi hijo yo creo que va a ser mesero --dice muy serio otro periodista. --¿Por qué? --Le hablo y le hablo y ni caso me hace.

Y, tras las risas, solícito el caballero: --Su café, ¿con dos de azúcar?...

Marzo, 2000





Entre Tevatrón, enseres, partículas y aplausos...



De "buena cabeza" le salió a doña Gloria Piña su hijo Enrique M ontiel. También de buenos pies...

Pedro Díaz G.

“Nomás me agarraba mis productos, los apretaba bien duro bajo el brazo, y cargándolos me la pasaba el día enterito, de aquí para allá: enseres domésticos, vendí, toda mi vida. De puerta en puerta, joven, desde que, hace 27 años, enviudé; de puerta en puerta...”



A brincos el camino

Es de verdadero rechazo el reclamo, entre jadeos: Uuuuy, ¡así serán buenos!... grita venerable anciana de trote impar cuando observa, no muy cómodos, a decenas de reporteros trepados en tres periqueras sorteando, a veces a brincos, entre motos, bicis, corredores, el camino.

Se va quedando la dama, que nos silba.

La rebasan los líderes parte primero el contingente femenil al cruce de Churubusco con Avena: toma el pelotón entero, en principio, un ritmo vertiginoso, sólo un truco de los que marchan adelante.

Pero había que aligerar confesará al cruzar la meta Enrique Montiel, pues me di cuenta de que tanto el keniano Boaz Kimaiyo como Graciano González habían salido como conejos . Entonces pensé, no, que se vayan, que se cansen ellos... Y aflojé el paso.

De todo se viste esta mañana que inició en agitada penumbra, una luna de sonrisa diminuta, y muchas nubes, apreciable el frío: de cláxones porras y cornetas apostadas en las calles, tamales, conchas y café. Salen de sus casas los curiosos, abrigados; niños con carteles, madres dotan de agua a corredores, hermanas que echan gritos. Y los atletas, paso a paso: sumergidos en cada exhalación, en cada porra. En sus propias, internas ovaciones.



¿...?



Enfocado al estudio experimental de partículas elementales, Enrique Montiel da clases en la Iberoamericana de Puebla: es físico matemático con maestría en la Universidad de Bayamón, en Puerto Rico. Participó apenas en un proyecto del Fermi National Accelerator LaboratoryFermilab , llamado así en honor al físico Enrico Fermi), localizado cerca de Chicago. Estudió las colisiones hadron-nucleón de muy alta energía producidas en las líneas de blanco fijo en el complejo acelerador más potente del mundo: el Tevatrón . La ciencia y tecnología básica generada en esta área tiene su utilidad en el desarrollo de instrumentación más directa en la física médica, o sea, en la elaboración de equipos y aparatos para el estudio, análisis y diagnóstico médico, así como los estudios radiológicos. (

Poco que ver con el competidor que va aquí al lado: el keniano Eliud Keiring; poco que ver con esta masa que sigue a los punteros, al dar la vuelta en Insurgentes-Churubusco, y se baña unos minutos de, qué bueno, escasísimo sol, que no les funde. Quizá vaya pensando Montiel la solución: ¿por qué cualquier cosa tiene masa? Los físicos esperan que el descubrimiento del quark top , obtenido por medio de Tevatrón , les permita aumentar su comprensión a estas preguntas.



“Y todos estudiaron”

“...Fueron ocho, joven, cuatro y cuatro. Y que se muere mi marido. Y ahí me tiene, dándole duro, día a día. ¿Se imagina el gusto ahorita? En la mañana llegamos de Puebla, ya no íbamos a venir porque Fernando, otro de mis hijos, salió tarde de trabajar anoche. Pero lo convencí... Ya me lo había dicho, Kikito , que, fíjese usted, me salió de muy buena cabeza: ora sí, jefecita, le voy a echar todas las ganas; todas... , y yo sí le creí. Si hasta nos vinimos bien de madrugada de la casa, porque pensaba llegar a darle el desayuno...”.

¿Ocho hijos?

...Y yo solita pude. Y todos acabaron su carrera. Todos, joven.



Cuarto para las cinco

Las cinco y media se lee en el despertador. Suena, lo apagas. Otros cinco minutos. Y cinco más. Hasta que...

Es casi total la oscuridad a estas alturas. Fernando Montiel apresura a su esposa, toma del brazo a su madre, corren los tres. Vienen de Tapo. A doña Gloria le preocupa no llegar al desayuno. No llega. Iniciará entonces, al lado de su nuera y su otro hijo, el largo peregrinar atrás de Enrique: una maratón alterna: en taxi cruzan la ciudad, “corre y corre, nosotros también”, para alcanzarlo en el kilómetro 15, en el 27, el 35 y en la meta...”

Cuando el cronómetro de Enrique Montiel se detiene en 2.16.08 horas, y aplausos le celebran, obturadores capturan ansiosos el instante, micrófonos se acercan torpes, entre tropiezos y jalones, y todos le miran como el corredor más veloz de la mañana, él simplemente busca el rostro de su madre, doña Gloria Piña, que le arropa de inmediato. Le protege.



¿Dónde estás?



Y el colmo, al celular: Voy bien, ufff, voy por Viaducto... y me despido porque ya se me acabó la baterí/



Agosto, 2000


Sobre las bamboleantes olas






Una masa de escarpadas nubes blancas impide el paso a los rayos solares, mientras los veleros disputan sus finales

Pedro Díaz G.

SAN CARLOS, Son. El trabajo inicia tan temprano como la luz ingresa a las ventanas; una fría ventisca indica a los jóvenes intrépidos que se debe aprovechar esta mañana y salir al mar, cuanto antes, para la realización de las primeras regatas.

Final de campeonato del mundo. Un helicóptero durmió sobre la cancha de futbol del club y la lucha entre fotógrafos será por ver a quién permiten el acceso: tomas aéreas aportarían otros perfiles.

Son casi un centenar de botes los que se adentran a seguir la competencia.

Nuevos, muchos visitantes salen a cubierta sin cobijo y pronto estarán clamando tocar tierra. Dos son los yates rápidos, sólo para prensa, que navegan los residentes de San Carlos, retirados estadounidenses: el Rad Holder y Eggs tac sea (ingeniosa modificación al éxtasis).

Mientras los competidores ajustan trajes y acomodan amarras, una pequeña lancha de motor llevará a los comunicadores a los barcos. Lento es el recorrido pues desde muy temprano el mar se agita con la corpulencia furiosa de estas olas.

Se guardan bronceadores. Hace frío. Ellos, en tanto, cuando apenas el reloj marca las diez, han partido tras el primer cornetazo. Se ha dispuesto, en esta ocasión, que sean dos recorridos ida y vuelta, con medio kilómetro de separación entre las boyas. Al otro lado de un grupo de islas rocosas que colindan esta área, mar adentro, la lucha se vuelve fantasía.

Habrá que presenciar, en eterno y rítmico bamboleo, ese deslumbramiento de las alas que se abren a mitad del mar. El paraje de sal, rocas y pájaros.

Veintinueve minutos se utilizan en el primero de los recorridos. Las boyas se colocan de acuerdo con la dirección del viento --que se medirá con un compás de mano, instrumento de marinos--, y se modifican a cada regata, de acuerdo a cómo sople, pues de otra manera, cualquier inclinación daría, sin duda, ventajas e injusticias.

Son los ingleses los más rápidos en este inicio de carrera, dentro de la flota de oro -la de plata navega al mismo tiempo en otras aguas-. Le siguen alemanes y españoles.

Y son estos últimos, los que pareciera hacen todo al revés: porque después de alinearse para la segunda tarea de la mañana, todos, o casi todos, salen a la izquierda de la playa. Sólo ellos, y un par más, intentarán adelantarse yendo en contra. Una línea imaginaria marca la salida. Y cada uno toma senderos diferentes: buscar el menor de los oleajes, el más calmo; apoderarse de los vientos... Cuando las naves no son más que un pequeño punto a la distancia, izan spinnakers. Y entonces los colores se dibujan de regreso. Como si fuesen globos caminando sobre el mar, llegan casi volando: se trata de mantener la vertical del mástil, para avanzar más rápido y sin problemas aunque para ello capitán y tripulante tengan que extenderse, casi con rabia, en estribor. Van sujetos a una de las cuerdas y, de cuando en cuando, caen al agua para volver al bote de inmediato. Cuidado, que el viento cambia y la vela da un giro inesperado.

Es entonces, a gran velocidad, cuando la carrera comienza a tener sus tintes comprensibles: deberán cruzar obligadamente por un par de señales flotantes que no tienen una distancia más allá de los cincuenta metros. Como una portería; como ensartar agujas en el mar. Todos lo logran, aunque pareciera no lo harán: es en ese sitio, al dar la vuelta en cada boya, donde se suceden más imágenes: casi se pegan los veleros. Con inaudita rapidez, capitanes guardan velas y ellos frenan, dan la vuelta, y allá van otra vez. Gritos, porras. Mientras tanto, las naves de vigía se sumergen en ese caminar tranquilo de estrella o primavera sin premura. Y el yate, al pairo, mece y mece.

Ritmo, nada más

Ritmo es lo que se vive en la marea.

Nace de nadie el ritmo, lo echan desnudo y llorando como el mar, lo mecen las estrellas, se adelgaza para pasar por el latido precioso de la sangre, fluye, fulgura en el mármol de las muchachas, sube en la majestad de los templos, arde en el número aciago de las agujas, dice noviembre detrás de las cortinas, parpadea es esta página, diría Gustavo Rojas. Ritmo.

Existe cuando golpea el mar contra la playa, en el corazón que se remansa o acelera, en los pasos de quien camina, trota o corre, en el braceo del nadador, en el sonido del reloj y en el ventilador que gira. El ritmo está en el mar. Ellos lo encuentran, lo explotan. Van y vienen como en dorada pesadilla. Santiago López Vázquez y Javier de la Plata son amigos que desde 1996 navegan juntos y han logrado encontrar la sincronía.

Cruzan una, dos, tres veces en primer lugar. Del centenar de pequeñas embarcaciones que atestiguan la regata, se desprenden algunas y se acercan a los competidores. Deslizándose suavemente gritan, manotean, háganse para allá injurian a los impertinentes: en la última de las regatas otro grupo, olvidado en tierra, llega, se acomoda, y, cuando en colores vivos regresan los veleros, ellos les han quedado en el camino.

Hace frío. Las aguas se agitan cuando pasa el mediodía.

Un helicóptero los sigue tan de cerca que pronto habrá protestas: el rotor puede marcar severas diferencias. Caminan los capitanes a tientas por los corredores de esas naves. Llega el tiempo del retorno. Da la vuelta la comitiva entera. En los riscos, en las piedras, llega la ola a la cima de su vuelo y se desintegra en cascadas tumultosas.

Anclarán sus naves todos los visitantes: japoneses que de la mochila sacan lanchas inflables e infalibles; británicos apoyan a sus deportistas en el mar. Marinos y oficiales desmontan la pista de esta tarde, y todos, olvidándose del agua, buscan un sitio en Internet. Aquí, en este club, las cosas están cerca: sala de prensa a dos minutos, playa a diez; restaurantes y piscinas, por doquier.



Españoles, los primeros

En dos se ha dividido la flota. La de oro, después de cuatro regatas, tiene en la cima a los españoles Santiago Vázquez López y Javier de la Plata; les siguen los daneses Michael Hestbaek y James Persson, los alemanes Marcus Bauer y Peter Barth, los estadounidenses Andy Mack y Antonhy Lowry, y el equipo australiano, con Chris Nicholson y David Phillips. En la flota de plata lidera el equipo sueco, con John Harrison y Paul Sandstron, les sigue Suiza con Christopher Rast y Boid Zeltner y los australianos Hugh Stodart y Philippe Schulz. Los mexicanos mejor ubicados son Antonio Goeters y Guillermo León de la Barra. Mauricio León de la Barra y Yokin Belausteguigoitia se ubicaron en el sitio 15; Kim Albarrán y Américo Salinas, en el 31, y Eliane y Yon Belausteguigoitia, en el 32.

Frenética vida bajo el sol

No son gigantescos, estos deportistas. Entre 55 y 65 kilogramos de peso, con acaso 1.75 de estatura, son todos iguales, en complexión, y además, color de piel: la coloración que dan las tardes en la frenética vida bajo el sol.

San Carlos es unánime presencia en oleaje, en donde el mar agita caracoles vagabundos.

Habrá que estar aquí. Ola tras ola hasta cubrirlo todo.

Marzo, 2000





Por el club y sin boleto



De poco han servido los rivales ante tantro calor; 5-0 termina la serie con los venezolanos, ante sonrisas, cortas faldas, anuncios comerciales... sed
Pedro Díaz G.

El tenis Copa Davis es la conjunción de anhelos triunfalistas y vestidos cortos, multicolores, que ayudan a soportar dignamente el calor, para las doce abrasador. Desde muy temprano la avenida Toluca se convierte en una ruta dominical hacia el court en el que México deberá demostrar la superioridad en el área. Lo hará. ("Mamá, yo pensé que nadie iba a venir, pues ayer todo se acabó", se sorprende una pequeña.

Venezuela no ha sido rival. No esta vez.

Dos sets han cedido los nuestros, que hoy disfrutan de un juego sin presión, con algunos gritos aislados en la tribuna, y los stands comerciales en fila india, dispuestos a recibir los últimos billetes de la semana. Business are business.

--¿Quieren una Pepsi? Les regalo además un pepcilindro... --la pregunta surge de los labios de bella edecán metida en serios problemas de promoción. Le escucha media docena de personas, entre ellos el presidente de la federación, Francisco Maciel, que solicita, confiado: --Pero, ¿tendrás de botella de plástico?

Rápido es el desencanto de la decorosa proposición; generalizada la queja de los sedientos. --...Si me compran uno de lata, de esa máquina; sólo cuestan cinco pesos... Luego, el regalo.

Continúa entonces la entrevista de Maciel con Salvador Montes a un lado del estadio --lleno a tres cuartos de su capacidad--; y todos seguirán sedientos.

Víctimas somos de la comercialización del deporte blanco y marcas que le acompañan.

Pruebe, suba a un auto de lujo. Para ello también es la Copa Davis y en el local que ocupa la Bavarian Motors Works , lejos de los raquetazos y de los gritos de "¡sí-se-pu-do!, que más asemejan una burla a los visitantes, una familia entera trata en vano de apoderarse de un huequito en un Z-3 de dos plazas cuyo rojo encendido compite arduamente con el rojizo vestir de tanta dama.

Qué calor.

Cervezas, a quince pesos. Pásele.

Acceso restringido

El Club Casablanca se yergue en blanquísimas paredes al costado de un centro comercial de cuyo estacionamiento surgen acomodadores que a la vez le pueden ofrecer el mejor de los lugares en tribuna (pásele, también). Veinte, treinta pesos por cuidar su auto. Y ahí, de acuerdo con el color del traje casual, y el tamaño de su teléfono celular, del sapo es la...

La reventa grita melancólica ante la escasez de compradores. Azucena Moreno es una agente que tiene muy claras sus órdenes y no sabe más que llevarlas a cabo. Si de pronto se encuentra ante el azoro de un reportero que, extraviado y sin acreditación le pide el paso, su respuesta será: no se puede. Por aquí no cruza nadie sin gafete.

--Pero, entienda --la voz como una súplica-- debo cumplir con mi trabajo, usted con el suyo, lo sé; un compañero mío seguramente está arreglando todo allá adentro.

--Pues ni modo. No lo puedo mandar a buscar. Y usted no entra.

--¿Alguien de mayor jerarquía? El nombre de su jefe será la llave mágica. Porque entonces el acceso, restringido se abrirá como mágico sésamo ante el simple cuestionamiento: ¿ha visto por ahí al señor equis? que todos, guardias de seguridad, personal en las taquillas, desconocen pero que sirve al cronista para acceder, sin más reclamos, a cada rincón del Club después de cruzar por una puerta abierta allá atrasito. Sin boleto. Sin acreditación; sólo buscando afanosamente a una persona que autorice, absurda petición, el ingreso a estas --qué bellas, ¡cuánta vigilancia!-- instalaciones.



Sed que arrecia

Disfrutar de una Copa Davis en México es satisfacción garantizada: pocas veces se recurre al ridículo de caer en casa y los triunfos son celebraciones que se toman con vodka tonic, algo de ron o un grand marnier que acompañara manjares exquisitos. Hacia la izquierda, rumbo a la salida, la sección de restaurantes. Más allá la inmaculada formación de autos en venta, ¿el más novedoso de los celulares? ¿inscripción a un club?, ¿otra tarjeta de crédito? ¿Su cuenta gratis de internet?...

Copa Davis en el Sur. Calor. Estrecha vigilancia. Y sed que arrecia; domingo para celebrar. Salud.



Junio, 2000


Friday, June 16, 2006

Los símbolos de Sydney: Ian Thorpe


Pedro Díaz G.


SYDNEY.-- Sucede aquella tarde de 1990: chapotea brazos en el agua Ian Thorpe, de ocho años, mientras su hermana Christina cruza a alta velocidad ese transparente ladrillo de cristal con aroma a cloro. El le acompaña, la observa, pero pronto deberá dejarla sola. El contacto del líquido acondicionado con esa substancia que le pica la nariz, causa en el chico ciertas irritaciones: es alérgico. Pero Ian cree en el destino.

Y como azoro le causan los adelantos que Christina logra en las albercas, un día piensa en seguir los mismos pasos. No hay muchos análisis. No son necesarios.

Corre, juega a la orilla de la piscina el pequeño Thorpe. Pasa las horas en el embeleso de mirar a su hermanita, y decide que ahora será él quien se sumerja.

El niño juega a corretear al Sol, disco incandescente que tirita, tambalea y ondula caprichosamente su reflejo sobre el agua. Queda quieto unos instantes. Asoma a la alberca y observa con detalle: su imagen ocupa la del astro rey, cuyas refracciones pintan de tonos naranja y oro la fosa, los carriles. Entonces, atreve: "Caminaré sobre el Sol".

Lo hará a brazadas.



Hombros fuertes, musculosos

Sus compañeros de generación preocupados viven por los examenes finales. El no. Ha dejado dos años los estudios para convertirse en otro símbolo de la nación. La Opera de Sydney, su bahía... Ian Thorpe. Su imagen está por todos lados, en pósters, publicidad bancaria, anuncios sobre la carretera; la sonrisa tímida, sus grandes pies que son aletas...

Es dueño ya de la confianza. Nueve años después es un torpedo.

El mejor nadador del mundo no luce como un joven de 17 años que carga con el peso de toda una nación. No parece siquiera un adolescente que va dejando de serlo: atiende juntas de negocios, se viste en Giorgio Armani, garabatea autógrafos al lado de Nicole Kidman y Tom Cruise; filma especiales de televisión y atiende, como lo merecen, a sus patrocinadores.

En su tiempo libre.

Porque apenas sale de la alberca. Su verdadero trabajo es entrenar, dedicarse a perfeccionar la excelencia conseguida en cada competencia.

Ian Thorpe ha sido calumniado, espiado, acosado, e incluso cazado: la demanda que pesa sobre él sería suficiente para doblegar, por la presión, a alguien con el doble de su edad. El no se inmuta.

Dos son sus palabras favoritas: feliz y emocionado. Estoy muy emocionado por lo que hago, en cada momento, y por todo lo que está sucediéndome en la vida. Me siento realizado con todo: feliz por ser un nadador, feliz en mi vida personal, feliz con cada cosa que va fluyendo. Nunca imaginé esta dicha. Creo que ahora estoy encontrando el verdadero equilibrio para cada parte de mi existencia. Lo sabía cuando rompío su primera marca del mundo y exclamó: Este es el verdadero inicio de mi carrera deportiva.

Hay quien siente conmiseración por someter a un chiquillo a semejante carga emocional. El no piensa así.

Ian Thorpe cree en el destino. Y convencido está de que ha venido al mundo para ganar el oro olímpico. Nació en Sydney en el suburbio de Paddington, el 13 de octubre de 1982, y creció en esta ciudad rodeada de mar, se entrenó aquí, donde la tradición por las brazadas es ancestral. Donde se adora a sus campeones. Y él está llamado a ser uno de ellos.

Aunque su familia y amigos, así como un tobillo roto el año pasado, dan fe de su torpeza sobre la tierra, Thorpe tiene, irrefutablemente, un don natural en el agua. Y junto con su talento físico 195 centímetros y 96 kilogramos y su dedicación, mantiene la mente fuerte y perceptiva. Creo que lo que me ha sucedido en los cuatro años anteriores es el preámbulo para obtener la gloria olímpica. Siento que estoy preparándome para ello.

Thorpe ha estado bajo las escrutadoras miradas desde el momento mismo 1997 en que fue el seleccionado de menor edad en el equipo australiano de natación, a los 14, y se le comparó con el legendario John Conrads. En Fukouka era el más joven, también, entre todos los competidores. La estadística llegaría hasta ahí de no ser porque, al regreso de aquellos PanPacific Games, volvió con la medalla de plata en 400 metros estilo libre.

Seis meses después confundió a sus rivales y se trajo, de Perth, también en unos Juegos Panpacíficos, el oro, el título mundial, y la etiqueta de ser el más joven en lograrlo en toda la historia de esa competencia. Vendrían sorprendentes resultados: en los Commonwealth Games, donde ganó cuatro medallas de oro, perdió el récord mundial en 200 metros libres, la marca con más tiempo establecida, por una centésima de segundo. Sorprendió, además, porque en esta prueba superó a su compatriota Grant Hackett en los 400 libres.

Comenzaba el mito. Fue declarado el mejor nadador del mundo.

Caminando sobre el Sol, el jovencito australiano modelaba su cuerpo. Resistían los hombros, musculosos, todo el triunfo. Los preparaba para soportar también cualquier adversidad. Y seguía ejercitándolos. Pronto tendría que tolerar el peso de todo un país, de todas las miradas.

El hambriento Ian

Abrió su apetito aquella centésima de segundo.

Su potencial es ilimitado.

En los PanPacíficos de 1999, en casa, rompió cuatro marcas mundiales en cuatro días: dos veces la de los 200 metros libres, 400 libres y relevo 4x200 libres. Mi máxima inspiración ha sido el recuerdo de Kieren Perkins, cuando ganó la medalla de oro en los 150 metros estilo libre de los Juegos Olímpicos de Atlanta. Eso fue la definición pura de lo que es el deporte australiano. Pero para llegar a conquistar los ánimos de todo un pueblo y la atención del mundo entero, ha debido Ian vencer al enemigo oculto: presente en cualquier alberca a la que quisiese entrar: el cloro, sustancia con la que se combate y previene infecciones, hongos y bacterias, a la que era alérgico. Atrás quedaron los días de clase, que ya volverán. Un permiso especial de la escuela secundaria East Hill Boys High lo tiene fuera de los estudios, pero una vez pasado el furor olímpico regresará a clases, "pues quiero ser doctor; estudiaré medicina. Y me titularé".



Todo parece indicar...



Ian Thorpe es heredero de la tradición australiana en natación: Boy Charlton, Dawn Fraser, Murray Rose, Shane Gould, Kieren Perkins...

El Torpedo posee sorprendente longitud de brazos. Con este físico de privilegio, emplea una tremenda patada para impulsarse bajo el agua. Sus brazadas son fluidas y cubren porciones considerables de la alberca. Apela también a su inteligencia, para sacar ventaja a sus rivales. Ganó tres medallas de oro en la Copa Mundial Europea en Sheffield, Inglaterra, otras tantas en el Campeonato Mundial de los 200 metros en Berlín, donde la primera noche de competencias, junto con otros nadadores, se vio envuelto en un problema de anabólicos con los encargados del doping alemanes cuando juntos cuestionaron la seguridad de sus pruebas de orina; decidió quedar fuera de la competencia. No nadaría. Pero tres horas después y luego de convencerse a sí mismo de romper su promesa, llegó a la alberca y algo más había que romper, inutilizar: el récord mundial de los 200 metros libres. Aquel día me sentí fuerte. Los 200 es mi prueba favorita. Y esa fue una de las más duras competencias que he tenido. Estaba completo, sin duda. Pensaba en que las cosas difícilmente podrían ir peor de lo que estaban. Pero qué satisfacción saber que puedo rendir a pesar de que las condiciones no sean las propicias. A pesar de un clima que me llevó hasta los extremos. Viajaría a Imperia, Italia.

Regresó con dos de plata.

Fue distinguido como el Australiano del Año y ganó el premio del Salón de la Fama Don Bradman, por ser el atleta que más ha inspirado a la nación.

Thorpe está rankeado como número uno en los 200 y 400 metros libres. Si todo avanza conforme los planes, podría terminar los Juegos con cuatro medallas de oro: 200 y 400 libres individual, y además, 4x100 y 4x200 metros libres. De ser así, sería el primer australiano en lograrlo.

Esa oportunidad, combinada con su juventud y anticipada madurez, característica básica de su personalidad, lo convierten en una figura de identidad nacional.

Las cosas salen mal o salen bien; sin saber lo que estos Juegos me deparan, creo que he tenido la mejor preparación y voy por todo. Por mi, por mi país, por lo que me queda por vivir. Tengo algunas metas para los Olímpicos, muy simples: quiero ser una parte de esa minoría que viene a competir para superar sus mejores marcas personales. Creo que alrededor del 17 por ciento de los que aquí competirán tienen la capacidad para lograrlo. Es un pequeño porcentaje y quiero ser parte de él. Una de las cosas que salen de mi control es el resultado al final de la carrera. Si entro a la alberca y logro superar mi mejor marca, y alguien nada aún con más rapidez, habré cumplido. No tendré porqué estar desilusionado conmigo mismo.

Pero la desilusión no está en su diccionario. Creo que tengo un nivel de reconocimiento público, y considero que mi capacidad está para hacer algo aún mejor. Para triunfar. Si eso sucede, entonces sí tendré razones para espantarme.

Le fascinan las bebidas energéticas con sabor a cereza; adora las películas en la pantalla grande, es cinéfilo; no pierde detalle de los juegos de computadora, practica el esquí acuático, escucha música "grunge" y sus materias favoritas son economía y geografía. Odia las matemáticas. Apoya obras de caridad: sobre todo a la fundación Lifeline, que pretende salvar de la decisión a adolescentes suicidas. Pero, por sobre todas las cosas, algo le hace realmente feliz: Tararear, con su compact disc del grupo Smashmouth, aquella canción que parece resumir sus sueños, los deseos de ese pequeño que alguna vez tuvo ocho años y una hermana que cruzaba transparentes ladrillos de cristal: “Walking on the Sun”.

Camina Ian sobre el Sol.



Septiembre, 20o0


Tuesday, June 13, 2006

Circular Quay, inicio, punto de partida



Monarcas y asesinos; barcos, lores, siervos y bahías. Victoria, Napoléon, Jorge III; nubes blancas...

En el mundo sólo quedarán 5 reyes: los de las cartas y el de Inglaterra
(Rey Faruk de Egipto al ser destronado en 1952)

Pedro Díaz G. /Enviado

Sydney.- La crónica de Sydney y su historia. Su presente y su pasado. Sus detalles: se recomienda llevar ropa ligera y calzado cómodo; prendas de abrigo para las noches frescas. Será importante también tomar las precauciones necesarias para protegerse del sol.
¿Y entonces?
Hace calor. Las nubes, altas, blanquísimas, se escarpan imposibles envueltas en este cielo que a la tarde colorea en espléndidos naranjas anunciando: la oscuridad ya llega.
Sydney, capital de Nueva Gales del Sur.
Se ven lejanas sus estrellas. Unas cuantas.

* * * * *

El 26 de enero de 1788 el capitán británico Arturth Phillipe y mil 30 condenados a prisión, llegaron a Sydney Cove. Crepúsculos más tarde, proclamaron a esta tierra nueva colonia del reino de Inglaterra. La nombraron New South Wales. Cinco años después arribaron los primeros colonos, y, en 1810, su primer gobernador: Lachlan Macquarie.
Nuevas colonias fueron fundadas, incluyendo Sydney. Llamada así por Lord Thomas Townshend Sydney.
Juegan con un freezby, entre la gente, triangulándose los pases, unos jóvenes aussees, cuyo disco volador planea en intermitentes luces de colores. Caminan con prisa los turistas, en el afán de apoderarse cada trozo de belleza en esta ciudad olímpica.
Thomas Towshend, barón Sydney de Chiselhurst.
Uno de los más honorables lores de la Reina Victoria, Thomas Thowshend fue secretario de estado, presidente de la comisión para el control de asuntos en el Este de la India, comisionado de comercio y gobernador de la Casa de Estatutos. Fue nombrado barón Sydney de Chiselhurst por el Rey Jorge III, en 1783: el rey loco. Jorge III no toleraba que sus cortesanos tomasen asiento mientras él y su familia escuchaban música de Handel en larguísimas sesiones. El monarca disponía a su antojo del tiempo de sus súbditos y no aceptaba que ninguno de ellos lo mirara directamente a los ojos.
Pero viajemos hacia atrás, mientras... más allá, un anciano de barba entrecana da de comer un excelente pulpo a las gaviotas. ¿Es acaso millonario? No viste como tal...
Viajemos en el tiempo. A la época victoriana. ¿Le parece? Victoria, cuando sólo tenía 18 años, tomó inesperadamente el trono de Inglaterra. Su personalidad le confirió un gran prestigio que no mermó durante los más de sesenta años que detentó el poder. La dinastía de los Hannover se mantenía entronada en Inglaterra desde 1714. Con el rey Jorge III, que había vencido a Napoleón, la sucesión estaba asegurada: tuvieron quince hijos. De ellos, el duque Kent, ya en edad avanzada, se casó por intereses de Estado con María Luisa de Sajonia-Coburgo, una joven viuda. De ese matrimonio nació otra, la segunda Victoria. Tras una infancia solitaria y poco feliz, la reina trató de olvidar su melancolía con una ajetreada vida pública. Sin embargo, al subir al regio asiento de altas dignidades, tuvo la fortuna de conocer a su primo Alberto de Sajonia-Coburgo, con quien finalmente se casó en 1840. Fue él quien influyó positivamente su personalidad, y su madre Victoria, de hecho, se encargó sobre todo de infundir en la joven el sentido de la responsabilidad como reina y guía de Inglaterra. La descendencia de esta unión también quedó bien asegurada: tuvieron 9 hijos y 35 nietos.

* * * * *
Darling Harbour, una de sus varias bahías, antes bastante marginal por lo del barrio chino, ahora reluce con un inevitable jardín chino devorado por ríos y cascadas artificiales, o por fuentes de láser que se mueven al compás de La Traviata. Hay de todo. No hay quien asimile otro espacio temático-recreativo más, imax, acuario, un pabellón de juegos Sega, grande como una catedral... Tiendas, pubs.
Entre sus herederos hubo un emperador de Alemania, una zarina de Rusia, una reina de Grecia, de Noruega, Rumania y España. Incluso, la siguiente generación estuvo presente en los tronos de Dinamarca, Suecia y Yugoslavia. Así, a finales del siglo XIX y principios del XX, casi toda Europa estaba en manos de sus descendientes, razón por la cual la llamaron la abuela de Europa.
Pero volvamos a su vida. La reina, convencida de su papel de representante de una gran nación, se apoyó en la política de los conservadores, quienes querían mantener la imagen de una Inglaterra fuerte. Fue así como en 1770 apoyó la política expansionista en Asia, contuvo las pretensiones expansionistas de Rusia y logró elevar el nivel de vida de las clases desheredadas. Gracias a sus colaboradores -entre elllos, por supuesto, nuestro hombre Thomas Thowshend-- y a pesar de su personalidad austera, Victoria se convirtió en una reina ilustrada.
Enviaron hacia acá al capitán Arturh Phillipe, con un barco lleno de criminales.
Inicaba entonces la época victoriana.
Han pintado barcos y limpiado rascacielos. Hasta el agua de las fuentes es rastrillada hoja a hoja para que no queden impurezas. Respecto a los transportes públicos, cruza al centro un monorriel elevado. Por la calle Pitts se ven más móviles (teléfonos celulares) que caras. Nadie fuma, esperan la luz verde en los semáforos, y fluyen en mangas de camisa, y corbata.
Dos factores contribuyeron a nombrar así su reinado: por una parte, su personalidad, y por otra, la situación objetiva que le tocó vivir: el proceso de industrialización. La Inglaterra rural se convertía definitivamente en una nación que proyectaba en Europa una imagen de estabilidad y bienestar económico. El capitalismo, por otro lado, necesitaba una clase sin acceso a tierras de cultivo - una clase potencialmente aun mas pobre que los siervos--. Nuevas leyes impusieron la pobreza. En Inglaterra, los siervos fueron expulsados de sus pequeñas parcelas, robados de su subsistencia. Durante el régimen del Rey Jorge III, hubieron 3,554 "Actos de Encerramiento," por los cuales 5.5 millones de hectáreas de tierra sierva fueron legalmente entregadas a los lores. Como resultado, masas de gente tuvieron que depender del trabajo asalariado.
Qué hacer en este panorama, con los malos. Los prisioneros ingleses fueron embarcados. Muchos convictos, incluyendo pecadores y criminales, hacia Australia. Su destino, laborar en brutales condiciones para la construcción de caminos y edificios.
Algunas reminiscencias quedan de esta zona -la primera prisión, barracas, tiendas y hospital-- que fue hábitat de la arquitectura de los presos, en The Rocks, por donde once chicos echan carreras en sus patinetas, vehículo de moda.
“Sydney se ha convertido de precario penal, en una lozana, respetable ciudad”, la definía la Enciclopedia Británica, a principios del Siglo XIX.
El reinado de la última Victoria, quien murió en 1901, fue el período de transformación más largo de la sociedad inglesa

* * * * *

De los apuntes de un viajero: Charles Robin Darwin. 12 de enero de 1836:
Un viento favorable nos empuja casi al rayar el día a la entrada del Puerto Jackson. En lugar de ver un país verdegueante y cubierto de
casas hermosas, acantilados amarillentos que se extienden hasta donde alcanza la vista, nos recuerdan las costas de Patagonia. Un faro solitario construido con piedras blancas es lo único que nos indica que nos acercamos a una ciudad populosa. Entramos en el puerto que nos parece grande y espacioso: está cerrado por acantilados de gres estratificado horizontalmente. El país, casi llano, está cubierto de árboles miserables: todo indica la esterilidad. A medida que avanzamos va, sin embargo, mejorando; comienzan a verse algunos hoteles hermosos, algunas fincas bonitas a orillas del mar. Más lejos todavía, casas de piedra de dos y tres pisos y molinos de viento, al extremo de un promontorio nos indican la proximidad de la capital de Australia. El puerto de Sydney. Allí encontramos muchos y muy hermosos buques; todo la bahia rodeada de almacenes. Por la tarde doy el primer paseo por la población y vuelvo admiradísimo de lo que he visto.
Esto es, a no dudarlo, una de las pruebas más admirables del poder de la nación inglesa. En unos cuantos años, y en un país que ofrecía menos recursos que Sudamérica, se ha hecho aquí mil veces más de lo que allí abajo han hecho en siglos. Mi primer sentimiento es felicitarme de ser inglés.

* * * *

Por el año 1819, veinte seis mil personas vivían en New South Wales, incluyendo diez mil condenados; pero en 1840 la transportación de prisioneros fue abolida. Dos años después, Sydney se hizo una ciudad, oficialmente. En 1851 ocurrió la fiebre por el oro y la población incrementó a 300,000 habitantes. NSW celebró su prosperidad en 1888 con la dedicación del Centennial Park.
Durante los siguientes tres decenios, se unió a otros estados y formaron el Commonwealth de Australia, y después de la Primera Guerra Mundial un millón de personas vivían en Sydney. Cuando la Segunda Guerra Mundial terminó, el gobierno empezó un proyecto industrial e importó inmigrantes europeos para trabajar.
Sentados, a la orilla de un café italiano, saborear con los pies hacia el océano, un pastelillo, un buen café, justo debajo de La Opera, donde todo comenzó: “Hemos llegado al mitad de un caluroso mediodía”, escribió el capitán Arturth Phillips, que con sus 1030 convictos prisioneros arribó, justo, a Circular Quay.
En los setenta y ochenta la ciudad se extendió y la población se incrementó a cuatro millones de habitantes.
En 1993, Juan Antonio Samaranch anunció que "Syd-er-ney" sería la capital del deporte Olímpico. Y aquí seguimos todos, maravillados con todo lo que vemos. Compartimos.
Sydney 2000, donde entre un cielo de espléndidos naranjas, nubes altas, blanquísimas, escarpan imposibles.

Septiembre, 2000

Sunday, June 11, 2006

Defienden diversidad sexual en el DF


Cuando el sol comienza a esconderse en Bellas Artes, en su explanada se besan, se abrazan hombres y mujeres; hubo 200 casamientos y miradas de sorpresa

Pedro Díaz G.

Se han “casado” las parejas, casi a las siete de la noche. Pertenecen ya a esta nueva figura: la sociedad de convivencia. Vuelan todavía los flashazos, precediendo al obturador, registro fehaciente de la historia del México real. ¿Cómo la ve? --...Está canijo --dice don Fidel Ángeles López--: ya tengo diez años aquí, tomando fotografías, siempre con la polaroid lista para el que me lo pida. ¿Pero esto, joven? Nunca me imaginé ver algo así, nunca imaginé tomar este tipo de bodas. ¡Está re canijo! Cuando el reloj marca hora de la comida a los oficinistas del centro de la ciudad, el paseo diario de cientos de personas se ve condimentado, este 14 de febrero, con rostros a los que se ha adherido lentejuela, vestimentas en colores estridentes, gestos y miradas con cierta coquetería de personajes que esta tarde esperan, en Juárez y Eje Central, ser desposados en sociedad. Se nota cierto orgullo en el andar. -Esto no es más que una fiesta para el morbo se queja Juan Arturo López, que toma de la mano a su pareja, Raúl, éste último convencido de que el templete, los micrófonos, y el documento que se les dará con la firma de testigos, es sólo un trámite más, pues “nosotros estamos casados desde hace ya diez años; hoy simplemente lo damos a conocer”.

Es excesivo el uso de maquillaje, en algunos. Lesbianas dispuestas a casarse visten de blanco y hasta Margarito y Hugo, que pasaban por ahí, ambos de traje, decidieron hacer oficial su relación, que cumple ya tres años. “Y nos sentimos muy pero muy contentos porque México está cambiando. ¿Ya era hora, no?”

Bellas Artes, a sus afueras: se ha colocado una pequeña tarima en donde no cabe nadie más. “Por favoracusan con cada vez más frecuencia los altavoces los señores de la prensa, bájense porque nos vamos a caer”. Pero no bajan los jóvenes reporteros, los veteranos fotógrafos, los novedosos e importantes invitados. Desde arriba se vislumbra el poder de convocatoria que la celebración de la libertad sexual ha logrado, a pesar de las amenazas de boicot.

Comenzaron a llegar como a las dos apunta el sobrino de este anciano fotógrafo citadino que camina, a sus 74 años, ya a paso lento, Miguel. A sus once toma al septuagenario del brazo antes de ambular la ruta que en círculos rodea la pesada estructura de mármol de carrera, en busca de clientes.

Bajo las estatuas de este gigante con esqueleto de acero coronado por un Águila, la multitud comienza a reubicarse. Son las cinco y el registro de participantes no concluye. Inician los discursos. El de Tito Vasconcelos es duro y en contra del oscurantismo de las iglesias. Es maravilloso ver dice el actor ver lo que somos capaces de hacer: reunir a tanta gente que ni la imaginación más calenturienta hubiese podido presagiar.

Bajo el arco de la fachada principal hermosas estatuas simbolizan la armonía, la inspiración y la música. De puntititas, muchos curiosos asoman a ver a los transexuales rodeados de cámaras de televisión, símbolo ahora universal de la diversidad.

¡Que bailen!, se escucha el grito en el nocturno tono de un table dance.

¿Qué pasó?... Ya hasta te están gustando, los señores es el reclamo casi inmediato.

La gente observa; algunos se animan a casarse. Otros, como esta chica con blancas mantas declara “estar enamorada” pero se niega a revelar su nombre.

¿Es usted homosexual se le pregunta al reverendo Jorge Sosa.

-Por supuesto --corrobora lo que el tono de su voz adelantaba cuando, Biblia de memoria, acudía a cada versículo en busca de elementos que hablasen de la piedad de Jesucristo hacia los homosexuales y lesbianas: es sacerdote de la comunidad metropolitana ecuménica.

Mucha gente, en el templete. Muchos más abajo. ¿Qué se observa desde allá arriba?

Regina Orozco responde: “Mucha dignidad, mucho amor. Se ve un México lindo y tolerante, el México que nos merecemos”.

No hay incitaciones al odio. Acaso bajo la banqueta manotea Ricardo García: “Esto no es evolución, esto es la decadencia, la falta de moral. No vine, pasaba por aquí pero pensé. ¿Van a tener cara para casarse?, ¿se van a casar, de verdad?” Otra chica habla de “combatir la pornografía infantil antes que casar a los jotos”; uno más se queja allá y le invitan sutilmente a retirarse. Los policías quieren quitar ese puesto de condones, faltaba más. Diez testigos de honor: María Rojo, Diana Bracho, Angélica Aragón, Elena Poniatowska, Rolando Cordera, Gilberto Rincón Gallardo, Jesús Silva Herzog Márquez y Federico Reyes Heroles.

La comunidad homosexual mexicana, los curiosos. 2 mil 500 es el cálculo: 200, los casamientos.

¿Qué te parece, Miguel, la ciudad que estás heredando?

Y Miguel, de once años, ríe, se divierte. Los mira felices, así, tomados de la mano a hombres y mujeres, por igual; el hace lo mismo con el abuelo, antes de ambular en busca de clientes para esta, la fotografía histórica, y remata: “Pues que se casen... ¡Al cabo que no son de mi familia!”


Febrero, 2001



El atropellado camino al poder




Pedro Díaz G.

A Fox le gritan “¡Juá-rez!, ¡Juá-rez, ¡Juá-rez!...” En avenida Juárez los automovilistas claman pidiendo se abra el paso... el metro Juárez congrega a la multitud que porta bajo el brazo consignas a favor y en contra de los gobiernos que inician; y en el Hemiciclo a Juárez la multitud se desborda en gritos esperanzadores para el nuevo dirigente, y en aleluyas de gratitud hacia Rosario Robles que, desde el estribo de su Grand Cherokee negra, agita la mano y, sonrisa franca, profunda, se despide, finalmente Pedro Díaz G.

Suena fuerte la banda de música. Venden poco ambulantes, celebra la ocasión la gente venida de todo lugar (“¡Pejelagarto, acá, que vengo de Quintana Roo y te quiero mucho!” ensordece una femenina voz)...

Ya. 13.25 horas. Hace diez minutos que Andrés Manuel López Obrador partió del Hemiciclo a su oficina, es nuevo gobernador del DF, y lo hizo en automóvil porque nadie atendió: “No quiero que me sigan pues causaremos conflictos viales; y de eso, no se trata...”

La calle es libre, es la proclama. Como ejemplo: varias horas antes, cuando esa crónica iniciaba, en Chimalpopoca y Eje Central un grupo de mujeres, esposas de policías, exigían el pago del bono sexenal. Bloqueo.

Pasaría por ahí López Obrador. Rumbo: Donceles y Allende, sesión solemne. Prioridad: investir. Van con tiempo hacia el recinto. La agenda dicta que debe ingresar antes que Fox. No será. En las escalinatas del edificio de la Asamblea, aquello, cuando casi son las once, es un correr en busca de imágenes, palabras; manoteos y negligencias; alaridos en busca de apoyo y miradas acaso reprobatorias de quienes, aún en las alas más radicales de la izquierda, tienen desconfianza por quien habla tan directo a su invitado.

Viaja con tiempo Andrés Manuel. Adecua el discurso de 26 cuartillas, minucias del lenguaje, cuando los gritos le sorprenden: “Solución, pejelagarto, ¡solución!”, gritan las mujeres en el mismo tono que lo hace, en diferentes foros, una ciudad que todavía cree en la esperanza.



* * * * *

Lunes 4 de diciembre muy avanzada la tarde. Es abundante el chorro de agua que se desperdicia a dos cuadras del edificio de la Asamblea, sobre la extinta San Juan de Letrán, a unas horas de que la ciudad estrene guía: tuberías rotas. La noche sufre amenazas, gritos, consignas. Los trabajadores que tomaron la Asamblea muestran intransigencia cuando van a dar las ocho, pero se convencen antes de la madrugada. Circulan patrullas en excesivo despliege por la ciudad entera, especial atención en la zona centro; trabajan picos y palas empleados del departamento y la fuga de agua, que por su cercanía con Donceles se transmitiría en vivo, es apresuradamente reparada. Se anuncia novedoso, esperanzador el amanecer. Retiran mantas y peticiones, “justicia laboral”, los quejosos. Se repliegan. Donceles y Allende pertenece desde la medianoche a los preparativos para esta toma de posesión. A los hombres de mirada y cabellos cortos.



* * * * *

--No va a pasar, siga avanzando. No va a pasar --escupe el altavoz desde la patrulla. Mañana de ocurrencias sin fin. Policías cierran accesos al Primer Cuadro desde Venustiano Carranza y a la altura de Madero todo es bajarse del automóvil, discutir con los patrulleros, perder el tiempo. Francisco López es policía escudo al que todos los insultos llegan. La gente manotea, muestra cuál beligerante puede ser. Nada; no pasan meseros ni dueños de grandes joyerías. Tampoco cruza Chimalopoca López Obrador: circulaba en su Tsuru sin contratiempos hasta que le impidieron el paso. Bajó, entre gritos, a dialogar. Negociaba, pero nada rompería el bloqueo. Un motocilista se ofreció a llevarle; no. Pide mejor un taxi. Uno ecológico.

En Donceles una presencia causa estupor. Qué hace aquí, además de aventar su automóvil a la turba de reporteros, este joven Emilio Azcárraga, que se abre paso casi con violencia. Y en el lobby de la Asamblea, la incesante búsqueda de ideas: Luis de la Barreda dice que se le pedirá al nuevo gobierno respeto, respaldo y ayuda a las sugerencias de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; Cárdenas --9.10 horas, su arribo--, habla del nuevo gobernante: “tiene una gran responsabilidad y debe actuar de la mejor manera para que la ciudad trabaje como debe”.

Enhorabuenas, magníficos deseos. Expectación. Asisten a la ceremonia lo mismo Raúl Ojeda, candidato perredista al gobierno de Tabasco, que regresa pronto porque el domingo “tengo movilización”; Samuel del Villar, que admite, “acepté una invitación para colaborar conceptualmente con López Obrador en el desarrollo técnico de un Estado de Derecho”; o Javier Hidalgo, presidente del Consejo Político del PRD en el DF, que bromea con lo que será el punto a discutir en la reunión den hoy en su partido: el equipo foxista anunció a Ricardo Pascoe como el próximo embajador en Cuba cuando el PRD advirtió la no colaboración.

--No es un cargo --dice-- es un acuerdo con los cubanos, ahora que vino Fidel...



* * ** * *

--No es su fiesta --espeta este individuo atrás de la malla de seguridad cuando ve arribar a Vicente Fox en una Suburban 2001 blindada color arena cuando el reloj marca las once. López Obrador baja del taxi en Donceles y camina hasta Allende.

No lo es. Por ello le reclaman con porras: “¡Juá-rez, Juá-rez, Juá-rez!”, que, cuando se apagan, se transforman en unos cuantos “¡Cuauh-témoc!, ¡Cuauh-té-moc!” con los que penetra al recinto legislativo.

Su posición es casi de ornato.



* * * * *

Dos discursos. Dos. De 26 cuartillas el de López Obrador, mucho más breve y menos vehemente el del presidente de la asamblea, Armando Quintero.

Al gobernador de la Ciudad se le aplaude cuando habla de que primero son los pobres, cuando se refiere a la salud y a la vivienda, cuando planea la apertura de una universidad de la Ciudad de México, cuando anuncia que cuidará el acervo histórico, cuando toca el tema del Sida, cuando anuncia recorte en los gastos de funcionarios y, sobre todo, cuando indica que su gobierno se regirá con la premisa juarista de la justa medianía. Inclusive, a manera de trueque emocional, Concepción Goiz le busca para ofrendarle un cuadro de Juárez así como su hija regaló un crucifijo a Fox en el Auditorio. Pero sorprende con dos frases en el discurso, sobre todo a empleados de limpieza que no pierden detalle, cubeta y jerga preparadas en el salón de plenos de este inmueble que hoy recibe a casi dos mil 300 invitados: “Ciudadano Presidente de la República: con usted tenemos diferencias en cuanto al proyecto de nación, sobre todo en materia política económica....” Y: “En una relación como la nuestra, ciudadano Presidente, seguramente habrá discrepancias, pero también coincidencias, y en todo momento habrá el respeto que corresponde a su investidura”.

Palabras efectistas que muchos celebran; festejan, por ejemplo, que le hable así al Presidente, que al despedirse, Fox, muestre un gesto adusto mientras aplaude, media sonrisa apenas, no convencido del todo por lo escuchado pero sin derecho a réplica. Acaso, como dice uno de los trabajadores que ya limpian la casa: “Lo miró como se mira a un rival de cuidado; le sonrió como quien no quiere hacerlo”.

Termina pronto la solemnidad: cuando las comisiones de cortesía acompañan a sus invitados a la salida. Fox se va entre gritos pero ninguno dice “Fox” a bordo de su camioneta. Pejelagarto, como le dicen en la calle, apresura el paso: tiene una cita con su gente en el Hemiciclo. Sólo los integrantes de mercados en la delegación Cuauhtémoc le reclaman, a gritos (“con más huevos, compañeros, con más”) cuando marcha caminando hacia Tacuba y la estela humana que le persigue casi le impide transitar.

Juan Sánchez Navarro, ideólogo de la IP es abordado a gritos: “ “Juan, Juan, ya subió la leche Nestlé; ayúdanos a darle leche a nuestros hijos...”

Y Azcárraga Jean parte enmedio de la gente, manejando él mismo su automóvil: deja atrás pronto al gentío de jodidos, esos a los que alguna vez se refirió su padre.

En el Hemiciclo a Juárez pide López Obrador, sin discurso, que le tengan confianza, “que no les defraudaré”, mientras su equipo de seguridad impide el acercamiento a integrantes del Consejo General de Huelga de la UNAM, entre otros grupos: agazapados se han apostado algunos plantones: la Central Unitaria de Trabajadores, el Frente Popular Francisco Villa, los empleados de Cometra, y la que no se ve es la megamarcha anunciada por Servicios Sociales para la policía Auxiliar; quedará para mejor ocasión.

Y sigue la fiesta: música regional, Sonora Santanera, grupo Bam Bam. Todos al Zócalo.

A Fox gritaron Juárez el día en que le invitaron a una fiesta ajena; la avenida Juárez sigue siendo un nudo vial de difícil solución, el metro Juárez se llena de consignas y en el Hemiciclo a Juárez la voz del pueblo remata esta narración: --Se ve buen gallo, ¿no?... A ver si es cierto...



Diciembre, 2000


Entre el orgullo y el irrespeto


Cada abanderamiento rumbo a Juegos Olímpicos posee cualidades especiales. "De cuates", el de esta tarde

Pedro Díaz G.


Invadidos de musgo lucen los añosos árboles aquí, en La Hondonada de Los Pinos, entre ardillas, pasto húmedo, un rígido e inflexible sistema de seguridad, y mucha gente, dispuesta a presenciar la ceremonia oficial de abanderamiento en estos bellos jardines bañados por el escaso sol de las dos de la tarde, cuando inicia su discurso el presidente Zedillo y un pequeño grupo de deportistas se nutre de energía, de orgullo. De satisfacción Patria.

Todos atienden.

Guardias del Estado Mayor se disgregan por el escenario entero: lo mismo en los pasillos, hacia arriba, por donde desciende la figura presidencial que camina, solo, aprisa, que por el sendero de Los Presidentes -cuyas estatuas, detalle insólito, tienen grandes manos labradas en bronce--; lo mismo a la entrada que sobre el césped: hombres recios que mascullan frases, trazan estrategias. Se intercomunican. Vigilan.

Suenan irrespetuosos tres teléfonos celulares. Uno a uno, sus dueños los van contestando. Uno a uno se entera todo-mundo de qué están hablando. Nadie atreve un sssshhhhh, que vendría oportuno; algunos, acaso, encendidas miradas de encono.

Respeto. (lat. respectus ). m. veneración, acatamiento, miramiento, fervor, consideración, reverencia, humildad, sumisión, fidelidad, devoción, homenaje, admiración, lealtad.

Todo ello merecen los símbolos patrios. Lo saben quienes, como los deportistas --de blanquísimo uniforme-- guardan hermético silencio cuando inician las palabras del primer mandatario, o llevan mano derecha al pecho ante las primeras notas del Himno Nacional.

Solemne es el momento. No para algunos reporteros gráficos, que, como inquietos ratones, se escudan tras su cámara para cruzar irreverentes los jardines, ante el enojo, representado en quejas, de los celosos vigilantes: "¡Cuando menos espera a que termine el Himno!", recriminan.

De orgullo y sol se bañan los atletas, al frente de un estrado que de pie contiene desde casi media hora antes del arribo presidencial, a los jerarcas del deporte.

Entregará la bandera el presidente. Se orarán los discursos. Los reporteros --apiñados con grabadoras alrededor de bocinas, en el intento por atrapar las palabras que serán La de Ocho Deportiva -- iniciarán un breve recorrido para asirse de las declaraciones, las esperanzas, las promesas...

Antes, deberá ordenar Ernesto Zedillo, de frente y rumbo a la escolta: "¡Rompan filas!" Se distiende el momento.

Surgen las sonrisas. De mano saluda el jefe del Ejecutivo a cada uno. Intercambia bromas. "Es como una reunión de cuates", revelará después Fernando Platas. Y Martín Bermúdez aprovecha: "José López Portillo me prometió una casa; no cumplió..."

Jashia Luna frota las manos y agradece que, en vez de partir directo a la alberca viste bajo el uniforme el traje de baño para la práctica sus autoridades programen hora de comer. Joel Sotelo habla de "buscar ese equilibrio mental que nos permita transformar en triunfos toda esta energía, todo este orgullo”.

...Y prrruuummm: se cae un reportero en la tarima. De aprecios Patrios, de irrespetuosos, de esperanzas olímpicas, de encono y de dignidad se va llenando la tarde, aquí, entre pasto húmedo, ardillas, esperanzas y ex presidentes de grandes manos.


Agosto, 2000









Sunday, June 04, 2006

Ana, deleite con sabor a premio




No tiene sueño cuando llega a nuestro país a las dos de la mañana. De triunfos, autógrafos, abrazos, futuro y embelesos va llenando la aeroportuaria madrugada

Pedro Díaz G.

Hay un pasmo inesperado cuando de pronto aparece la dama vestida con pantalón en tonos negros y blusa de tenue café, cabello recogido y fija la mirada en los obturadores, en algunos carteles; en las frases de bienvenida y en cada guiño que la gente, no más de un centenar, le prodiga apenas cruza la salida en el aeropuerto capitalino. Ana Guevara se detiene frente a los reporteros. Y aunque se esperaba su presencia, al verla ahí, sin saber hacia dónde dirigirse, se producen segundos de asombro-admiración extremos, que dejan como paralizados a todos. Sólo rompe el momento el aplauso tímido de las dos de la mañana.

(Rafael Navarro Soto: Fue verdaderamente impresionante el cierre que tuviste en los Juegos de la Amistad. Te mostraste muy superior a tus rivales; con mucha gallardía. Lo que realmente me fascina de ti en esta carrera es el gesto de triunfo con el brazo derecho en alto al cruzar la meta. Llegaste sin echar el cuerpo hacia adelante y totalmente despreocupada por la corredora más cercana. Sabías tuya la victoria...)

Ana Gabriela, carrito con maletas, saca de una bolsa las medallas que de Brisbane ha traído; se regocija con ellas ante la lente. Una inclusive cae al suelo, y, solícito, su representante la resguarda. Hablará la velocista de lo entrañable que se ha hecho su presencia para los australianos, "que me han adoptado como suya"; de sus planes, "regresaré a los entrenamientos después de un descanso, hasta el 8 de octubre, y a las competencias hasta febrero"; de lo por ella conseguido, "pues este año ha sido muy bueno: los Juegos en Brisbane llegan en el momento oportuno para sacarme la espinita que traía desde Edmonton"; y de la añoranza que por sus padres siente, "hola... ¡mamá!, ya estoy aquí, en el aeropuerto", dirá, en llamada por celular hasta Nogales, frente a cámaras de televisión y pequeños que se le acercan para cumplir con el tradicional rito del autógrafo.

Ana no tiene sueño.

Por ello se deja agasajar; una niña en silla de ruedas le sonríe, le felicita; la corredora levanta la bandera de México que uno de sus seguidores le entrega mientras algunas cámaras digitales la siguen a detalle.

Muy delgada se ve la sonorense. Miente, coinciden algunos visitantes, aquel que diga que su aspecto no es del todo femenino. Camina con porte, abriéndose paso entre maleteros ("un saludo para acá, ¿o no?", le piden y ella accede) y viajeros ("who s that girl?" cuestiona un estadounidense en espera de abordar) que en el medio de la noche se unen en una prolongada, calurosa, desmañanada ovación.

Modula su voz, acaso elegante, que suena natural cuando ante los micrófonos estalla. Sabe llevar las entrevistas; luce fresca la campeona de la buena voluntad, a pesar del viaje transoceánico, de las siempre cansadas conexiones. Ana conquistó oro en la prueba de 400 metros planos, y bronce en relevo de 4 x 400, con un equipo internacional, y se convirtió, además, en la primera mexicana en subir a un podio en los mundiales de atletismo: bronce en los 400 de Edmonton.

Una familia se alboroza cuando Ana contesta las preguntas. Ha llegado minutos después la abuela y todos, hijos, sobrinos y nietos producen una escandalosa escena de cariño: le abrazan, le arropan, se la llevan. A Ana le espera un poco de lo mismo: varias de sus mejores amigas están en la sala de espera y, tras los gestos de ternura, escuchan cuando dice: "Las competencias en Brisbane me dejan satisfecha porque se trató de una revancha con mucho prestigio. Estaban aquí las ocho mejores del momento; cierto, no las de Juegos Olímpicos, tampoco Cathy Freeman, que ha levantado una polémica en Australia por su embarazo, pero vencer a quienes me habían ganado en Edmonton es algo que me tiene muy orgullosa. La gente allá me conoce, disfruta con mis triunfos y eso, junto con estas recepciones en el aeropuerto, son detalles que difícilmente olvidas. El que la gente espere hasta estas horas para recibirme me pone contenta; es un gran estímulo. Es algo que te mueve, que te motiva para seguir adelante. Faltan tres años del ciclo olímpico y aún hay muchas cosas por hacer. Cuando me pongo a analizar lo que he logrado invariablemente pienso, también, en lo que viene: entrenar más y conseguir el doble. Por el momento ubicarme entre las primeras del mundo. Buscar consolidarme en el ranking, que se maneja por los puntos de cada victoria, y que ahora me ubica en el quinto lugar. Pero antes, tres días en México, luego un descanso en Nogales, con mis padres, más tarde de vuelta a esta ciudad. Y sí, en efecto: no sabemos si participaré en los Centroamericanos de El Salvador en noviembre; los calendarios, por desgracia, no coinciden..."

(Roxana Contreras: Orgullo. No tienes idea el orgullo que me hace sentir que una mujer mexicana como tú, haya ganado el oro. Cada uno de tus triunfos, estoy segura, nos hacen sentir que sí se puede. Eres un ejemplo a seguir para todo México. Me gusta correr, por supuesto a nivel de hobbie, y cuando lo hago, siempre pienso en ti y en lo mucho que habrás entrenado y en todo lo que habrás tenido que pasar para llegar a donde estás) A la una de la mañana el aeropuerto se ve trastornado por el arribo de varios comunicadores que se encuentran con la sorpresa de que no hay más estacionamiento gratuito para ellos; con gente contratada para lavar cada rincón y de turistas trasnochados en espera del próximo vuelo. Familiares y amigos al acecho del 5369, procedente de Los Ángeles. ¿Qué hacer cuando ella llegue? El salón de conferencias no se ha conseguido así que el restaurante de la sala E servirá para aderezar la bienvenida. Meseros inclusive con cinismo barren el piso donde acomodadas han sido las mesas a manera de presidium: "qué tal que las cámaras la toman desde abajo..."

Nada. A pesar de que todo ha sido dispuesto y algunos reporteros esperan su llegada, Ana, asesoramiento de su representante, ofrece apenas la entrevista de banqueta. Y se apiñan en su derredor los micrófonos. Y se suceden, casi una hora después, otras imágenes: camina Guevara hacia su auto, erguida, imponente; refleja plenitud su gesto insomne, sus pómulos de triunfo. Va hacia su casa en el CDOM, apenas inundado. Al saberlo ella sonríe: "A ver si así lo arreglan", dice y entonces se mueve jubilosa, recuerda sus partidos de basquetbol en la cancha de Conscripto y Periférico y los rebotes uniformes del balón. Vuelve a posar para las fotos; "qué hermosura comentará alguno de los últimos cronistas, tantas horas de vuelo y ella sigue así, con su sonrisa; con su humildad, así, sencilla".

Charla unos minutos, a la puerta del automóvil, con los más allegados. Sigue causando admiración, sobre todo, su figura.

(Eduardo Carbajal: Soy un compatriota que miró por primera vez tu foto en un periódico de Houston el 2 de octubre del 2000, ¡sin saber la clase de estrella que ya eras! Ahora me has llenado de orgullo por tu velocidad, por tu carisma, pero sobre todo por mostrar al mundo a tu fiel acompañante: nuestra hermosa bandera tricolor) Ana está de vuelta, el aeropuerto luce ahora jubiloso. Su andar, el deleite nocturno, sabe a premio.



Septiembre, 2001

Saturday, June 03, 2006

Nancy, fuera de las pistas



Adriana Díaz y Pedro Díaz G.

Serena, sonriente, Nancy Contreras atiende. Revela, suave y rítmico el tono, dulzura en la mirada: "Con los reporteros me tiembla la voz. Me pongo con la mente en blanco y hasta me duele el estómago...".

Entonces así sea. Cero preguntas. Dejémosla con sus vivencias, sueños y temores. Que cuente, que nos diga cómo es. Nancy fuera de las pistas: "Desde niña soy callada. El día que hable mucho creo que mi esposo no me va a soportar. Pero vamos. Puedo empezar con que no leo mucho los periódicos. ¿Les parece? Está bien que estés enterado de las cosas malas y buenas que ocurren en el mundo, y ver que también hay cosas buenas, pero me gustaría leer en los diarios más triunfos deportivos, y menos violencia. Menos guerra. Me iría más por el deporte, porque la gente esté más enterada de los logros, y, eso sí, no sólo del futbol, sino de otras disciplinas, como la nuestra. Y sí, creo en un mundo ideal: uno sin guerras, sin la inútil muerte de inocentes y sin enfermedades, ah, porque también debe existir la medicina.

"A veces imagino un mundo sin protestantes ni manifestantes, ni personas que te rayen los carros, ni los del trapito rojo...

"Soy así. Sencilla.

"Cuando no estoy entrenando me dedico al quehacer de mi casa, que, créanmelo, cuesta mucho trabajo. Por eso de verdad admiro a las mujeres que son amas de casa, porque sí que es muy pesado.

"Lo que menos me gusta es planchar y lo que más es lavar los trastes. Y tienes que hacer de todo, aunque casi no sé cocinar, mejor dicho, no sé muchos platillos, pero me defiendo. El mejor platillo que me queda son las milanesas. Mi día... Mmmmm. Me levanto como a las 10, soy muy floja. Trato de dormir mínimo 10 horas y ahorita que no estamos corriendo, pues más. Voy al mandado, a hacer pagos de la casa, la luz, el teléfono, así, como cualquier ama de casa. "Me gusta lo que estoy viviendo. El hecho de que me llamen constantemente para hacerme reconocimientos; eso me gusta. Es como un reconocimiento a lo que has hecho, a los resultados y el que te reconozcan te motiva a seguir estrenando porque sabes que sí se dan cuenta de lo que estás haciendo.

"Veo que las mujeres tenemos muchas ganas, destacamos desde hace tiempo, venimos de atrás. Yo tengo 16 años en el deporte y pienso que gracias a la medalla que obtuvo Soraya Jiménez en la Olimpiada es lo que nos ayudó. Fue entonces cuando inició el mayor apoyo a las mujeres y gracias a esos apoyos, damos ahora mejores resultados.

"Las mujeres tenemos ganas y objetivos bien definidos, luchamos por ellos, eso nos levanta, hace que tratemos de estar donde estamos y más alto. Yo me siento satisfecha con lo logrado y sólo me falta la medalla olímpica. Hasta ahora creo que voy bien, en 2001 campeona del mundo, en 2002 subcampeona mundial, y tercer lugar en el Campeonato del Mundo, campeona centroamericana y panamericana; creo que vamos excelente.

"Por ahora estoy tratando de terminar este ciclo bien, me enfoco más a mis objetivos como deportista, después sí, claro que he pensado en ser madre, en formar una familia, tener niños. Esto sería posiblemente después de la Olimpiada, todo depende de cómo nos vaya.

"Cuando estoy fuera de las pistas hago cosas pendientes. He tenido más tiempo de estar con mis papás. Yo vivo en Toluca y ellos en Xochimilco, es mucho tiempo de recorrido, pero trato de verlos por lo menos una vez a la semana.

"Es un ambiente muy tranquilo, mi mamá, como buena madre, me apapacha, me da de comer... como me ve flaca, todo el día me tiene comiendo. El ambiente familiar es para mí muy importante, cada que puedo estar con ellos me siento a gusto, hay veces en las que no quisieras irte, pero tienes otras obligaciones.

"Mi familia me anima, me dice que le eche ganas, que me esforce, que luche por lo que quiero porque siempre estarán ahí, a mi lado. Y eso me reconforta porque piensas: `Ahorita estoy ganando y la gente está conmigo, pero el día que pierda, a los únicos a quienes voy a tener son a mi esposo y a mi familia. Y eso te da un alivio`.

"El perder me asusta porque la gente está al pendiente de ti y confía en lo que puedes hacer. A veces estás en las competencias y piensas: `Y si me va mal, imagínate, todos los niños que confían en mí y que les da gusto verme competir`... pero debes tratar de superarlo porque si pierdes no te vas a morir.

"No tengo muchos amigos, sé escuchar, el hecho de que no hable tanto les da confianza a los demás y cuando tienes algún problema ellos te apoyan y te escuchan. Trato de ayudar a los pocos amigos que tengo, porque para eso es la amistad.

"Sí. Llega un momento en el que la gente te conoce tanto que te empiezan a contar todos sus problemas. Te dicen gracias y se siente bien.

"No. No necesitas nada especial para ser mi amigo, sólo no ser hipócrita, sino más bien ganas de formar una amistad. He tenido decepciones en la amistad y me siento muy triste, porque personas en las que confías, te defraudan, te salen con cada cosa que dices: `Oye yo no te conocía así` y piensas: `Sabes qué, mejor la dejamos ahí. Mejor cada quien por su lado`.

"Es difícil que perdone a alguien. Soy a veces muy vengativa, y cuando se pierde la confianza es muy difícil volver a hacer amigos.

"Vengativa... ese es uno de mis defectos. Y que soy muy explosiva, soy rara, cuando me hacen enojar y me quedo con todo adentro, llega un momento en que saco lo que traigo y exploto.

"Admiro de la gente el hecho de que pase lo que pase luche por lo que quiere, en el deportista que tenga una mente triunfadora, que no sea conformista. No me gusta la gente que cuando va por ejemplo a los Panamericanos piensa que sólo va a pasear.

"Cuando sufro decepciones trato de refugiarme en mi familia. Casi siempre estoy sola, y por eso cuando paso un momento difícil quiero estar con personas que me pueden ayudar y sacar adelante: mi esposo o mi familia.

"El 31 de octubre cumplo 5 años de casada. Y nos llevamos muy bien, aunque a veces me resulta difícil porque él también es mi entrenador. Y conjuntar el entrenamiento con el matrimonio es difícil, a veces me hace enojar, llorar, vomitar y llegar a la casa como si nada hubiera pasado es difícil, pero hemos tratado de acoplarnos. Yo le agradezco el apoyo, el que siempre esté conmigo. Cuando tengo un entrenamiento pesado y sabe que llego cansada a la casa, me hace de comer y eso me aliviana; eso siempre lo agradeces.

"Admiro de él que es igual que yo, la única diferencia es que es muy hablador. Pero me hace reír mucho, nos llevamos bien. Me gusta que trata a todos por igual, él es buena persona. Me conquistó su sentido del humor.

"Me hace llorar un mal resultado, cuando te has preparado muy fuerte. Pero también la muerte de un amigo. Soy una mujer fuerte porque siempre he estado sola. El hecho de que tengas que dejar tu casa un mes estar entrenando te hace fuerte, muchas cosas te las tienes que tragar, te haces fuerte y dices: `No, no me van a hacer llorar tan fácil`.

"Fue difícil separarme de mi casa, de mi papá, aunque sabes que siempre estarán, los dejas por formar una familia y a veces estás todo el día sola. Yo disfruto el estar en mi casa, y cuando puedo estar con mi marido aprovechamos y nos quedamos, casi no salimos. Disfrutamos mucho la casa.

"¿Estuve bien? Ustedes le acomodan. Mejor, porque las preguntas y los reporteros hacen que me duela el estómago. Y así no."



Septiembre, 2003

Friday, June 02, 2006

¿Cómo te lo cuento, pequeña?



Que en Sydney los niños, como tú, disfrutan de espectáculos guiñol en plena George Street, enredados en la frescura de sus risas; que hay muchos mellizos en carreolas dobles; que hoy tienen pintadas las mejillas apoyando a los deportistas de su país; que gritan en el metro y los reprenden sus padres; que tienen el rostro lleno de felicidad; que hay ranas, ciencia, cultura, payasos, diversión

Pedro Díaz G./ Enviado

Sydney.-- La noticia me llegó por mail.
Preguntaste por mí. Cómo le irá a Peter, dijiste.
¿Cómo te lo explico, pequeña?
Que los niños tienen el rostro a los seis años, como tú, pleno de una sonrisa que dulcifica, pero que son muy gritones, chillones, berrinchudos. Que en el metro, el otro día, vi una escena que me horrorizó: viajaba una familia, árabe, tal, vez --porque debes saber que conviven en esta ciudad de tres millones de habitantes más de 140 personas de nacionalidades tan distintas-- conformada por dos hermanos, sus esposas, y cada quien sus hijos. Gritaban, pataleaban llenos de fastidio, los chiquillos, y se movían. Hasta que fastidiaron a un papá. Y tremendo cachetadón le plantaron al pequeño más inquieto. Y no sólo su padre, sino que, también, el que supuse era su tío. Pero te cuento que a las afueras de la Catedral de San Andrés, a la que se llega por la estación Town Hall, todos los días y a todas horas se presentan espectáculos infantiles: payasos, teatro guiñol, danza. Estarías, no lo dudo, muy feliz.
Y cuántos canguros y koalas.
Los centros comerciales --mamá yo quiero uno, ánda cómpramelo, sin duda pedirías-- tienen para ustedes, los chiquitos, cualquier cantidad de artefactos divertidos: ranas de pilas que croan y cantan. Pelotas de plástico transparente, de esas que rebotan a toda velocidad, llenas de chips y alambritos electrónicos: entre más duro la lances más ruidos extraños lograrás. Boomerangs con todos los grabados...
Que los parques se llenan por las tardes de brincos, de gritos. Sobresaltos. Que la seguridad, al menos, lo que se ve en las calles, no preocupa: no deben andar sus padres temerosos porque llegue el robachicos. Que les encanta leer, a los chiquillos y los libros infantiles te matarían de gusto, de pasión.
Cómo te lo cuento, André Sofí, que dormito en los camiones. Que te pienso y estremezco, que quisiera aquí estuvieras para que tu misma escogieras tus recuerdos.
Que Australia, lo que he podido indagar, es todo esto: se habla inglés --y si vieras cuánto reportero mexicano no lo hace, y cómo sufren-- que la población activa suma los 10,08 millones de personas; 19 millones es el total en el país... que los autos circulando por las calles son, más o menos, 11.74 millones, que todo el mundo anda con teléfonos celulares: al grado de que caminan juntos, los amigos, y nada se dicen: cada uno el "movil" en la oreja --qué impersonal se vuelven en estos tiempos las nuevas relaciones--, que los hogares con acceso a Internet son ya el 41 por ciento; que, no obstante, la otrora romántica costumbre epistolar no se ha perdido: 4.370 millones de postales salen escritas, por correo, desde Australia al mundo, al año; que la visitan, como yo --como quisiera tu también, alguna vez--: 4,3 millones de turistas. Que su punto más alto es el Monte Kosciuszko, en Nueva Gales del Sur: 2.228 metros sobre el nivel del mar. Mucho menos que el Popocatepetl nuestro; que el punto más bajo de este continente es el lecho seco del Lago Eyre, al Sur de Australia, menos 15 metros bajo el nivel del mar. Que el lugar más caluoro es Cloncurry, en Queensland, y alcanza en sus días de horror 53 grados centígrados. Y que el más frío es Charlotte Pass, a unas horas, pocas, de aquí: menos 23.
Que Australia ocupa un lugar único en la cultura, geografía y economía. Que posee recursos naturales inmensos, y es un continente de una belleza física innombrable. Que a Sydney se le califica como una ciudad cínica por su belleza. Que hay mano de obra calificada y culta, que se vive en armonía social y su estilo de vida sí, causa cierta envidia.
Que el 45 por ciento de la mano de obra australiana tiene título universitario o formación profesional. Que el 30 por ciento de los australianos que se titulan hacen un postgrado. Que hay profesionales de la ciencia y la tecnología. Que, por estar tan cerca de la zona oriental y su economía globalizada, más de 2.4 millones de australianos hablan en su entorno familiar un idioma distinto al inglés. Que quienes dominan son las lenguas asiáticas: superan los 800 mil. Que hay flora, fauna, aves. Pero casi no veo perros, como Bashra, por las calles.
¿Cómo te lo cuento, pequeña?, que el otro día vi una escena no común: afuera de un centro comercial, y cuando pretendía subirse a su automóvil, un hombre fue detenido. Después de que el pobre tuvo que ocultar su rostro a las cámaras de televisión, un policía recuperó lo que se había robado: un koala de peluche que regresó a su dueña, una pequeña, como tú.
Como te cuento que el primero de enero del 2001, Australia cumplirá 100 años, como país independinte y habrá gran celebración. Que el logotipo de su centenario simboliza la unidad de los pueblos australianos, con un trazo positivo y elevado de las líneas, indicando el avance hacia el futuro. Los colores representan su paisaje: el verde de los trópicos, el rojo y ocre del desierto, el azul de la costa.
Cómo te digo que habemos, nos han revelado la cifra, en total 25 mil comunicadores en estos Juegos. incluidos técnicos de televisión; que el Estadio Olímpico es un ejemplo extraordinario del diseño ecológico hecho realidad: su ventilación natural se consigue mediante la utilización de huecos de ascensor sobredimensionados, de huecos de escaleras y de escaleras mecánicas que conducen el aire fresco hacia el interior a la vez que permiten que salga el aire caliente. Sus dos motores de cogeneración de gas, de 500 kilowatios de potencia, reducen en un 40 por ciento la producción de gases causantes del efecto invernadero, en comparación con la electricidad convencional. Que en el Centro Acuático, ahí, donde Fernando Platas ganó su medalla, el aire acondicionado refresca tan sólo el ambiente que está alrededor de los espectadores, no el de la piscina, lo que significa que se necesita menos gasto de energía. Que en la sede del Parque Olímpico de Sydney (y los terrenos del Millenium Parklands que lo rodean), en Homebush Bay, se ha llevado a cabo el mayor programa de limpieza de la historia de Australia.
Qué sí, efectivamente hay ranas. Pero las tienen protegidas.Que, con una inversión de 137 millones de dólares, el que era un vertedero para las más de 9 millones de toneladas de residuos industriales, se ha convertido en un parque hermoso, que deberías conocer. Que el sitio ha vuelto a convertirse en humedades que albergan aves e invertebrados acuáticos. Que se han plantado decenas de miles de árboles australianos y millones de semillas de césped wallaby nativo, y cada vez hay más y más diversas especies.
¿Cómo te lo cuento, pequeña?, que me encantó que te acordases de mi porque yo no dejo de pensarte. Que te extraño. Uno de estos días, me dije, que tenga tiempo, que no me duerma en el camión, te escribo una cartita, y te la mando.


Septiembre, 2000