Crónicas inevitables

Sunday, June 11, 2006

Defienden diversidad sexual en el DF


Cuando el sol comienza a esconderse en Bellas Artes, en su explanada se besan, se abrazan hombres y mujeres; hubo 200 casamientos y miradas de sorpresa

Pedro Díaz G.

Se han “casado” las parejas, casi a las siete de la noche. Pertenecen ya a esta nueva figura: la sociedad de convivencia. Vuelan todavía los flashazos, precediendo al obturador, registro fehaciente de la historia del México real. ¿Cómo la ve? --...Está canijo --dice don Fidel Ángeles López--: ya tengo diez años aquí, tomando fotografías, siempre con la polaroid lista para el que me lo pida. ¿Pero esto, joven? Nunca me imaginé ver algo así, nunca imaginé tomar este tipo de bodas. ¡Está re canijo! Cuando el reloj marca hora de la comida a los oficinistas del centro de la ciudad, el paseo diario de cientos de personas se ve condimentado, este 14 de febrero, con rostros a los que se ha adherido lentejuela, vestimentas en colores estridentes, gestos y miradas con cierta coquetería de personajes que esta tarde esperan, en Juárez y Eje Central, ser desposados en sociedad. Se nota cierto orgullo en el andar. -Esto no es más que una fiesta para el morbo se queja Juan Arturo López, que toma de la mano a su pareja, Raúl, éste último convencido de que el templete, los micrófonos, y el documento que se les dará con la firma de testigos, es sólo un trámite más, pues “nosotros estamos casados desde hace ya diez años; hoy simplemente lo damos a conocer”.

Es excesivo el uso de maquillaje, en algunos. Lesbianas dispuestas a casarse visten de blanco y hasta Margarito y Hugo, que pasaban por ahí, ambos de traje, decidieron hacer oficial su relación, que cumple ya tres años. “Y nos sentimos muy pero muy contentos porque México está cambiando. ¿Ya era hora, no?”

Bellas Artes, a sus afueras: se ha colocado una pequeña tarima en donde no cabe nadie más. “Por favoracusan con cada vez más frecuencia los altavoces los señores de la prensa, bájense porque nos vamos a caer”. Pero no bajan los jóvenes reporteros, los veteranos fotógrafos, los novedosos e importantes invitados. Desde arriba se vislumbra el poder de convocatoria que la celebración de la libertad sexual ha logrado, a pesar de las amenazas de boicot.

Comenzaron a llegar como a las dos apunta el sobrino de este anciano fotógrafo citadino que camina, a sus 74 años, ya a paso lento, Miguel. A sus once toma al septuagenario del brazo antes de ambular la ruta que en círculos rodea la pesada estructura de mármol de carrera, en busca de clientes.

Bajo las estatuas de este gigante con esqueleto de acero coronado por un Águila, la multitud comienza a reubicarse. Son las cinco y el registro de participantes no concluye. Inician los discursos. El de Tito Vasconcelos es duro y en contra del oscurantismo de las iglesias. Es maravilloso ver dice el actor ver lo que somos capaces de hacer: reunir a tanta gente que ni la imaginación más calenturienta hubiese podido presagiar.

Bajo el arco de la fachada principal hermosas estatuas simbolizan la armonía, la inspiración y la música. De puntititas, muchos curiosos asoman a ver a los transexuales rodeados de cámaras de televisión, símbolo ahora universal de la diversidad.

¡Que bailen!, se escucha el grito en el nocturno tono de un table dance.

¿Qué pasó?... Ya hasta te están gustando, los señores es el reclamo casi inmediato.

La gente observa; algunos se animan a casarse. Otros, como esta chica con blancas mantas declara “estar enamorada” pero se niega a revelar su nombre.

¿Es usted homosexual se le pregunta al reverendo Jorge Sosa.

-Por supuesto --corrobora lo que el tono de su voz adelantaba cuando, Biblia de memoria, acudía a cada versículo en busca de elementos que hablasen de la piedad de Jesucristo hacia los homosexuales y lesbianas: es sacerdote de la comunidad metropolitana ecuménica.

Mucha gente, en el templete. Muchos más abajo. ¿Qué se observa desde allá arriba?

Regina Orozco responde: “Mucha dignidad, mucho amor. Se ve un México lindo y tolerante, el México que nos merecemos”.

No hay incitaciones al odio. Acaso bajo la banqueta manotea Ricardo García: “Esto no es evolución, esto es la decadencia, la falta de moral. No vine, pasaba por aquí pero pensé. ¿Van a tener cara para casarse?, ¿se van a casar, de verdad?” Otra chica habla de “combatir la pornografía infantil antes que casar a los jotos”; uno más se queja allá y le invitan sutilmente a retirarse. Los policías quieren quitar ese puesto de condones, faltaba más. Diez testigos de honor: María Rojo, Diana Bracho, Angélica Aragón, Elena Poniatowska, Rolando Cordera, Gilberto Rincón Gallardo, Jesús Silva Herzog Márquez y Federico Reyes Heroles.

La comunidad homosexual mexicana, los curiosos. 2 mil 500 es el cálculo: 200, los casamientos.

¿Qué te parece, Miguel, la ciudad que estás heredando?

Y Miguel, de once años, ríe, se divierte. Los mira felices, así, tomados de la mano a hombres y mujeres, por igual; el hace lo mismo con el abuelo, antes de ambular en busca de clientes para esta, la fotografía histórica, y remata: “Pues que se casen... ¡Al cabo que no son de mi familia!”


Febrero, 2001



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