Crónicas inevitables

Sunday, June 11, 2006

El atropellado camino al poder




Pedro Díaz G.

A Fox le gritan “¡Juá-rez!, ¡Juá-rez, ¡Juá-rez!...” En avenida Juárez los automovilistas claman pidiendo se abra el paso... el metro Juárez congrega a la multitud que porta bajo el brazo consignas a favor y en contra de los gobiernos que inician; y en el Hemiciclo a Juárez la multitud se desborda en gritos esperanzadores para el nuevo dirigente, y en aleluyas de gratitud hacia Rosario Robles que, desde el estribo de su Grand Cherokee negra, agita la mano y, sonrisa franca, profunda, se despide, finalmente Pedro Díaz G.

Suena fuerte la banda de música. Venden poco ambulantes, celebra la ocasión la gente venida de todo lugar (“¡Pejelagarto, acá, que vengo de Quintana Roo y te quiero mucho!” ensordece una femenina voz)...

Ya. 13.25 horas. Hace diez minutos que Andrés Manuel López Obrador partió del Hemiciclo a su oficina, es nuevo gobernador del DF, y lo hizo en automóvil porque nadie atendió: “No quiero que me sigan pues causaremos conflictos viales; y de eso, no se trata...”

La calle es libre, es la proclama. Como ejemplo: varias horas antes, cuando esa crónica iniciaba, en Chimalpopoca y Eje Central un grupo de mujeres, esposas de policías, exigían el pago del bono sexenal. Bloqueo.

Pasaría por ahí López Obrador. Rumbo: Donceles y Allende, sesión solemne. Prioridad: investir. Van con tiempo hacia el recinto. La agenda dicta que debe ingresar antes que Fox. No será. En las escalinatas del edificio de la Asamblea, aquello, cuando casi son las once, es un correr en busca de imágenes, palabras; manoteos y negligencias; alaridos en busca de apoyo y miradas acaso reprobatorias de quienes, aún en las alas más radicales de la izquierda, tienen desconfianza por quien habla tan directo a su invitado.

Viaja con tiempo Andrés Manuel. Adecua el discurso de 26 cuartillas, minucias del lenguaje, cuando los gritos le sorprenden: “Solución, pejelagarto, ¡solución!”, gritan las mujeres en el mismo tono que lo hace, en diferentes foros, una ciudad que todavía cree en la esperanza.



* * * * *

Lunes 4 de diciembre muy avanzada la tarde. Es abundante el chorro de agua que se desperdicia a dos cuadras del edificio de la Asamblea, sobre la extinta San Juan de Letrán, a unas horas de que la ciudad estrene guía: tuberías rotas. La noche sufre amenazas, gritos, consignas. Los trabajadores que tomaron la Asamblea muestran intransigencia cuando van a dar las ocho, pero se convencen antes de la madrugada. Circulan patrullas en excesivo despliege por la ciudad entera, especial atención en la zona centro; trabajan picos y palas empleados del departamento y la fuga de agua, que por su cercanía con Donceles se transmitiría en vivo, es apresuradamente reparada. Se anuncia novedoso, esperanzador el amanecer. Retiran mantas y peticiones, “justicia laboral”, los quejosos. Se repliegan. Donceles y Allende pertenece desde la medianoche a los preparativos para esta toma de posesión. A los hombres de mirada y cabellos cortos.



* * * * *

--No va a pasar, siga avanzando. No va a pasar --escupe el altavoz desde la patrulla. Mañana de ocurrencias sin fin. Policías cierran accesos al Primer Cuadro desde Venustiano Carranza y a la altura de Madero todo es bajarse del automóvil, discutir con los patrulleros, perder el tiempo. Francisco López es policía escudo al que todos los insultos llegan. La gente manotea, muestra cuál beligerante puede ser. Nada; no pasan meseros ni dueños de grandes joyerías. Tampoco cruza Chimalopoca López Obrador: circulaba en su Tsuru sin contratiempos hasta que le impidieron el paso. Bajó, entre gritos, a dialogar. Negociaba, pero nada rompería el bloqueo. Un motocilista se ofreció a llevarle; no. Pide mejor un taxi. Uno ecológico.

En Donceles una presencia causa estupor. Qué hace aquí, además de aventar su automóvil a la turba de reporteros, este joven Emilio Azcárraga, que se abre paso casi con violencia. Y en el lobby de la Asamblea, la incesante búsqueda de ideas: Luis de la Barreda dice que se le pedirá al nuevo gobierno respeto, respaldo y ayuda a las sugerencias de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; Cárdenas --9.10 horas, su arribo--, habla del nuevo gobernante: “tiene una gran responsabilidad y debe actuar de la mejor manera para que la ciudad trabaje como debe”.

Enhorabuenas, magníficos deseos. Expectación. Asisten a la ceremonia lo mismo Raúl Ojeda, candidato perredista al gobierno de Tabasco, que regresa pronto porque el domingo “tengo movilización”; Samuel del Villar, que admite, “acepté una invitación para colaborar conceptualmente con López Obrador en el desarrollo técnico de un Estado de Derecho”; o Javier Hidalgo, presidente del Consejo Político del PRD en el DF, que bromea con lo que será el punto a discutir en la reunión den hoy en su partido: el equipo foxista anunció a Ricardo Pascoe como el próximo embajador en Cuba cuando el PRD advirtió la no colaboración.

--No es un cargo --dice-- es un acuerdo con los cubanos, ahora que vino Fidel...



* * ** * *

--No es su fiesta --espeta este individuo atrás de la malla de seguridad cuando ve arribar a Vicente Fox en una Suburban 2001 blindada color arena cuando el reloj marca las once. López Obrador baja del taxi en Donceles y camina hasta Allende.

No lo es. Por ello le reclaman con porras: “¡Juá-rez, Juá-rez, Juá-rez!”, que, cuando se apagan, se transforman en unos cuantos “¡Cuauh-témoc!, ¡Cuauh-té-moc!” con los que penetra al recinto legislativo.

Su posición es casi de ornato.



* * * * *

Dos discursos. Dos. De 26 cuartillas el de López Obrador, mucho más breve y menos vehemente el del presidente de la asamblea, Armando Quintero.

Al gobernador de la Ciudad se le aplaude cuando habla de que primero son los pobres, cuando se refiere a la salud y a la vivienda, cuando planea la apertura de una universidad de la Ciudad de México, cuando anuncia que cuidará el acervo histórico, cuando toca el tema del Sida, cuando anuncia recorte en los gastos de funcionarios y, sobre todo, cuando indica que su gobierno se regirá con la premisa juarista de la justa medianía. Inclusive, a manera de trueque emocional, Concepción Goiz le busca para ofrendarle un cuadro de Juárez así como su hija regaló un crucifijo a Fox en el Auditorio. Pero sorprende con dos frases en el discurso, sobre todo a empleados de limpieza que no pierden detalle, cubeta y jerga preparadas en el salón de plenos de este inmueble que hoy recibe a casi dos mil 300 invitados: “Ciudadano Presidente de la República: con usted tenemos diferencias en cuanto al proyecto de nación, sobre todo en materia política económica....” Y: “En una relación como la nuestra, ciudadano Presidente, seguramente habrá discrepancias, pero también coincidencias, y en todo momento habrá el respeto que corresponde a su investidura”.

Palabras efectistas que muchos celebran; festejan, por ejemplo, que le hable así al Presidente, que al despedirse, Fox, muestre un gesto adusto mientras aplaude, media sonrisa apenas, no convencido del todo por lo escuchado pero sin derecho a réplica. Acaso, como dice uno de los trabajadores que ya limpian la casa: “Lo miró como se mira a un rival de cuidado; le sonrió como quien no quiere hacerlo”.

Termina pronto la solemnidad: cuando las comisiones de cortesía acompañan a sus invitados a la salida. Fox se va entre gritos pero ninguno dice “Fox” a bordo de su camioneta. Pejelagarto, como le dicen en la calle, apresura el paso: tiene una cita con su gente en el Hemiciclo. Sólo los integrantes de mercados en la delegación Cuauhtémoc le reclaman, a gritos (“con más huevos, compañeros, con más”) cuando marcha caminando hacia Tacuba y la estela humana que le persigue casi le impide transitar.

Juan Sánchez Navarro, ideólogo de la IP es abordado a gritos: “ “Juan, Juan, ya subió la leche Nestlé; ayúdanos a darle leche a nuestros hijos...”

Y Azcárraga Jean parte enmedio de la gente, manejando él mismo su automóvil: deja atrás pronto al gentío de jodidos, esos a los que alguna vez se refirió su padre.

En el Hemiciclo a Juárez pide López Obrador, sin discurso, que le tengan confianza, “que no les defraudaré”, mientras su equipo de seguridad impide el acercamiento a integrantes del Consejo General de Huelga de la UNAM, entre otros grupos: agazapados se han apostado algunos plantones: la Central Unitaria de Trabajadores, el Frente Popular Francisco Villa, los empleados de Cometra, y la que no se ve es la megamarcha anunciada por Servicios Sociales para la policía Auxiliar; quedará para mejor ocasión.

Y sigue la fiesta: música regional, Sonora Santanera, grupo Bam Bam. Todos al Zócalo.

A Fox gritaron Juárez el día en que le invitaron a una fiesta ajena; la avenida Juárez sigue siendo un nudo vial de difícil solución, el metro Juárez se llena de consignas y en el Hemiciclo a Juárez la voz del pueblo remata esta narración: --Se ve buen gallo, ¿no?... A ver si es cierto...



Diciembre, 2000


0 Comments:

Post a Comment

<< Home